viernes, 11 de septiembre de 2009

Curioso Observador


Cuando las estrellas oblícuas

de la incomprensión

se bañan en las anestésicas lágrimas del olvido,

los días se pasan

como dardos afilados

rasgando la piel del incauto

dejando su marca indeleble

en la mente del testigo.


Gritos que se escapan

entre dientes apretados,

empujan las lágrimas rojas

hacia el frío exterior del espacio

donde las palabras mortales

de los labios del Destino

son arrojados con alevosía

sobre los párpados de la alegría,

sofocando las sonrisas

ahogando el entusiasmo

a causa de la sangre

que corre por las venas de lo alguna vez

fue un sueño anhelado,

y que hoy no es más

que un recuerdo errumbrado

en medio de miles de páginas de imágenes castradas,

que no tienen cabida

en los pulmones del pantano

que hoy se transforma en abismo oscuro

e incandescente,

dispuesto a devorar en un instante

al curioso obervador de la muerte de la Muerte

a manos del escriba...

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