lunes, 31 de agosto de 2009

Un Disparo de Sus Labios



Cuando las palabras

duelen en el alma

más que certeros dardos envenenados,

las lágrimas silenciosas

de un hombre consciente de sus errores,

ruedan a través del vacío

que produce el gentío de sombras lúgubres

que danzan en círculos

alrededor de un corazón triste.


No juzga a la emisora de esas palabras

no grita, ni patalea

no se desespera tanto

tratando de contener el caudal de lágrimas

que queman sus entrañas.


Ahogado el pecho, el aire busca ingresar

a los pulmones,

tratando de sanar los dolores

del laceramiento producido

por sus propios errores

que tienen como consecuencia

los enojos aterradores

de su princesa de cuento.


Llueve hoy a barlovento

dirigiendo la embarcación suicida

del escriba maldito,

produciendo arcadas al océano

que se lo trague,

produciendo erupciones de ira

al volcán que hoy lo ignore,

produciendo una muerte lenta y dolorosa

a manos de las palabras

que sus dulces labios

alguna vez dispararon.

3 comentarios:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Que no te dañen mas esos dulces pero mortíferos labios

Besos y amor
je

Christian Leyton dijo...

Ahogado el pecho el aire buscar ingresar.
Me recuerda a esa sensación de estar escuchando algo que te mata, ue no querías saber, pero ya lo sabes, y el tiempo no quiere morir, pero tu quieres dejar de respirar, es uno quién no deja entrar el aire y no el contrario. Saludos

dijo...

Hola!
Gracias por tu comentario en mi blog ;)

Me gusta la música que suena en tu reproductor, le da buen ambiente a los textos.

Un saludo!!!!